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Con la instrucción o enseñanza directa, los alumnos aprenden mejor si se les enseña de forma explícita, directa y escalonada. Este enfoque parte de la premisa de que los estudiantes pueden adquirir nuevos aprendizajes si tienen los conocimientos y habilidades previos necesarios y si la enseñanza está bien diseñada y no da lugar a ambigüedades.
A diferencia del enfoque constructivista según el cual los alumnos aprenden mejor en un ambiente sin ninguna guía o con una guía mínima y donde la adquisición de los nuevos aprendizajes depende de la habilidad de los propios alumnos para descubrirlos o construirlos.
En la instrucción directa el profesor es el protagonista y en el caso del constructivismo es el alumno quien se convierte en el protagonista y autor de su propio aprendizaje.
Este método se basa en el principio de que el aprendizaje es más eficiente y efectivo cuando se reduce la ambigüedad, se organiza el contenido, se controla el ritmo y se refuerza el rendimiento. Y para ello, se desarrollaron cinco principios para reducir esa ambigüedad (Engelmann y Carnine, 1982):
1) El principio de redacción. Para que la secuencia lo más clara posible, debemos utilizar la misma redacción en todos los puntos.
2) El principio de preparación. Durante la enseñanza inicial de un concepto, se debe emparejar ejemplos con no-ejemplos que difieran en una sola característica, de una sola interpretación. En lecciones posteriores, se pueden usar ejemplos adicionales para ampliar el alcance del concepto.
3) El principio de la diferencia. Para ilustrar los límites de un concepto, se deben yuxtaponer ejemplos con no-ejemplos que sean solo ligeramente diferentes excepto en una característica crítica e indicar que son diferentes.
4) El principio de igualdad. Para mostrar el alcance del concepto, se deben yuxtaponer ejemplos del concepto que difieran entre sí tanto como sea posible y que, aun así, ilustren el concepto e indiquen que son iguales. Esta secuencia pretende fomentar la generalización.
5) El principio de comprobación. Por último, para comprobar si los alumnos comprenden el nuevo concepto, se deben yuxtaponer ejemplos nuevos no enseñados y ejemplos no enseñados en un orden aleatorio. Esto nos ayuda a descartar que los alumnos solo estén adivinando.
El método de instrucción directa se suele aplicar para enseñar habilidades de bajo nivel, es decir, aquellas que requieren un dominio de los elementos básicos, como la lectura, la escritura, el cálculo, la ortografía o la gramática. Sin embargo, también se puede utilizar para enseñar habilidades de alto nivel, como la comprensión lectora, la resolución de problemas, el pensamiento crítico o la creatividad, siempre que se adapte el diseño de las lecciones y se incorporen actividades más complejas y desafiantes.
La instrucción directa se fundamenta en la teoría del procesamiento de la información, que sostiene que el aprendizaje implica la adquisición, el almacenamiento y la recuperación de la información en la memoria. Según esta teoría, la memoria se divide en tres componentes: la memoria sensorial, la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo. La memoria sensorial recibe los estímulos del ambiente y los retiene brevemente. La memoria a corto plazo almacena la información que se está procesando activamente y tiene una capacidad limitada. La memoria a largo plazo contiene la información que se ha aprendido y consolidado y tiene una capacidad ilimitada. El objetivo de la instrucción directa es facilitar el paso de la información de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo, mediante la repetición, la organización, la elaboración y la revisión.
Algunos de los elementos que caracterizan a la enseñanza directa son:
- Objetivos de aprendizaje previamente fijados y claros.
- Presentación explícita de la información, ordenada de forma lógica y con una secuenciación clara.
- Desglose de cada tarea en pequeños pasos.
- El modelado y pensamiento en voz alta por parte del profesor
- La evaluación frecuente para comprobar si el alumnado está aprendiendo, la anticipación a los errores.
- La corrección sistemática y el feedback, las listas de comprobación
- Los modelos guía para completar las tareas, los ejemplos precisos.
- Un repertorio sólido de conocimientos previos por parte del alumnado (Rosenshine, 2012; Stockard y cols., 2018).
Desde finales de la década de los 90, se han realizado diferentes meta-análisis y revisiones sistemáticas con el fin de determinar la eficacia de la instrucción directa (por ejemplo, (American Institutes for Research, 1999; Kinder y cols., 2005; Przychodzin-Havis y cols., 2005). Todos estos trabajos han arrojado los mismos resultados: la instrucción directa favorece ampliamente el aprendizaje en un rango amplio de alumnos y materias.
Stockard y colaboradores (2018) han realizado un nuevo meta-análisis que recoge la evidencia existente sobre el efecto de la instrucción directa de los últimos cincuenta años. En este trabajo han tratado de superar algunas de las limitaciones de los trabajos.
El meta-análisis incluye 328 estudios y 3999 efectos. La mayoría de los estudios analizados abordaban los efectos de la instrucción directa en la lectura, las matemáticas, el lenguaje y la escritura mientras que una minoría incluía también la percepción de los profesores y la opinión de las familias.
Un dato muy relevante es que una cuarta parte de los estudios se habían realizado con alumnos provenientes de contextos socio-culturales pobres y un tercio de ellos con alumnos que presentaban dificultades de aprendizaje o necesidades educativas especiales.
Los resultados principales de Stockard y colaboradores muestran que la instrucción directa tiene beneficios significativos en el aprendizaje de los estudiantes, con independencia de la metodología, del diseño experimental, del tipo de publicación, de las evaluaciones, del tipo de resultados medidos o de los métodos utilizados para calcular el tamaño de los efectos; también del curso escolar y del tipo de alumnado.
A este respecto, conviene recordar que, en muchos de los estudios incluidos en este meta-análisis, la muestra estaba compuesta por alumnos desaventajados, bien por razones sociales bien por razones académicas. Por tanto, se demuestra que la instrucción directa es eficaz en la población escolar más vulnerable y para la que una educación de calidad resulta más crucial.
Los beneficios de la instrucción directa también se mantienen a lo largo de diferentes materias, una vez que la intervención ha finalizado, con independencia del tipo de programa con la que se compara o de si ésta ha sido llevada a cabo por investigadores o profesores. Más, al menos en el caso de contenidos académicos (lectura, matemáticas y escritura), los resultados evidencian que una mayor exposición a la instrucción directa da lugar a mejoras mayores.
Además, los efectos de la instrucción directa se mantienen a largo plazo. En contra de lo que se suele decir, los profesores perciben la instrucción directa positivamente y están satisfechos con los resultados obtenidos. Finalmente, aunque el efecto no es tan grande como en el resto de variables estudiadas, la instrucción directa también resulta ser beneficiosa en aspectos afectivos del aprendizaje como las actitudes, la autoestima o la
Bibliografía
Adams, G.L., & Engelmann, S. (1996). Research on Direct Instruction: 25 Years beyond DISTAR.
American Institutes for Research. (1999). An educator’s guide to schoolwide reform. Arlington, VA: Author.
Bock, G., Stebbins, L. y Proper, E.C. (1977). Excerpts from the Abt Reports: description o f the Models and Summary of Results. Effective School Practices, volumen 1, 10-16.
Borman, G.D., Hewes, G.M., Overman, L.T., & Brown, S. (2003). Comprehensive school reform andachievement: A meta-analysis. Review of Educational Research, 73(2), 125-230.
Engelmann S., y Carnine, D. W. (1982). Theory of instruction: Principles and applications. New York: Irvington.
Watkins, C. (1997). Project Follow Through: A Case Study of Contingencies Influencing Instructional Practices of the Educational Establishment. Cambridge Center for Behavioral Studies.